Científicos de Estados Unidos, encabezados por el químico holandés Pieter Dorrestein, recogieron los celulares de 39 personas voluntarias y descubrieron secretos de sus vidas. Los investigadores no accedieron a los datos y aplicaciones, sino que se limitaron a restregar un copito por su superficie y analizar las muestras obtenidas.
El estudio, publicado hoy en la revista científica PNAS, tiene como objetivo determinar cuánta información se puede obtener de una persona a partir de las moléculas presentes en sus objetos personales. Los investigadores utilizaron, para este caso, teléfonos móviles, sin embargo, ya trabajan con llaves, carteras y esferos de otras 80 personas.
En el trabajo publicado, el celular número 9 presentaba moléculas de clobetasol, un fármaco antiinflamatorio. El teléfono de la persona que tenía el número 38 mostraba restos de soluciones de trehalosa, habituales en cosméticos caros. El aparato del voluntario número 21 presentaba restos de citalopram, un medicamento antidepresivo, procedente posiblemente del sudor de sus manos. Y el celular 32 reveló el uso de minoxidil, un tratamiento contra la calvicie. Al final, todos los voluntarios confirmaron que utilizaban estos productos.
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